Casi desde que tengo conciencia política he sentido una bipolaridad -o mejor dicho una multipolaridad- ante los problemas que plantea. Es difícil ser político (ser un ciudadano con mayúsculas) en este país, tan acostumbrado a unos y a otros, tan hecho a protestar sólo cuando la voz de su amo ya no consigue calmar al perro con pitidos de ultrasonidos.
Tenemos casi cuarenta años de democracia, que a efectos prácticos es una menudencia, y un legado histórico plagado de cicatrices internas, desde antes de la unificación de los reinos hasta la guerra civil del 36, pasando mientras tanto por obscenos espectáculos de monarcas abovinados, dictaduras, dictablandas y constituciones hechas con papel de fumar. Nunca hemos tenido una estabilidad real hasta el 78, ya que la estabilidad que trae consigo la represión no lo es por definición. Hemos sido el país del Rey Felón, del Espartero bombardeando Barcelona, del Austria que invade Zaragoza y ajusticia al Justicia. El país de Paracuellos y del Valle de los Caídos, de Carrillos y Franquitos, de chaquetas de pana y camisas azules. De catalanes, aragoneses, vascos, gallegos y andaluces, pero ninguno español. De fachas, rojos, masones, carlistas, falangistas, comunistas, anarquistas; el país de Terra Lliure y de ETA, de los GRAPO y los GAL. De los Tercios que iban a Flandes a dejarse todo a cambio de nada sabiéndolo, cayendo como conejos por una corona desagradecida. El país de la izquierda demagógica hasta puntos exasperantes, de la izquierda que se cree la "buena" y que tiene la autoridad moral, y de la derecha garrula y chusquera, la del macho que más mea y caciquil. El país de los curas y las peinetas, de los cortijos y los señoritos, y también el de las iglesias que arden propagando fuegos fatuos como espectros condenados. El país del bipartidismo teñido con nacionalismos, pintando casi siempre un cuadro muy muy feo, un monstruo que mira por todo menos por España.
He nacido y crecido en democracia, y jamás he sentido que importe algo lo que yo pueda hacer para cambiar las cosas, en primer lugar porque este pesimismo constitucional era algo colectivo en mi generación. No estamos acostumbrados a ser políticos (no confundir con opinar de política, que eso es como la alineación de la selección, todos tenemos una). Decía Kant que el primer precepto para que un estado sea libre es que los ciudadanos vivan la política, que esté en la calle y que sea un acto público. Que exista verdadera participación. Mucho me temo que ese sueño aquí se disolvió conforme se asentaban las bases de un modelo democrático de dos, creando sopor e indiferencia en este maltrecho pueblo.
Hasta hace unos meses en mi conciencia política seguía pesando esa losa como un monolito prehistórico, aprisionando mis ganas de hacer algo por cambiar las cosas. SIn embargo, es la primera vez en mi vida que veo que las cosas pueden cambiar, que la historia es distinta. Si bien es cierto lo dicho anteriormente, lo es también que, a pesar de todo, se haya llegado a esto. Que hemos podido soportar todo lo otro y levantar la cabeza una y otra vez, a pesar de ilustres mandatarios y circunstancias que hemos tenido. ¿Estamos empezando a madurar como país? Desde luego, signos hay. Por mucho que desde canales de humor (negro) como intereconomía se esfuercen en realizar desagradables y ridículos esfuerzos por desacreditar esto, o por mucho que siga habiendo todavía colectivos de octavilla y puño en alto que llevan banderitas de la república y demás parafernalia perroflautica a las protestas mezclando churras con merinas, el sentido de todo esto es muy distinto. Las cosas caen por su propio peso, y la mierda a la que estamos acostumbrados pesa ya demasiado.
La ley de la gravedad es implacable.
También es mi primera vez,creo...aunq tmb la manifestación d M.Angel Blanco tmb tengo un recuerdo de que se estaba hasta los mismisimos..
ResponderEliminarY se avanzó, que es lo importante.
ResponderEliminarMuy buena reflexión. Creo que para que las cosas cambien a mejor no se debe caer en las posiciones borreguiles establecidas, al tópico barato de los buenos y los malos de las rencillas entre rojos y azules. Que exista la capacidad de considerar razonables ideas o propuestas de cualquier índole.
ResponderEliminarIndignados hay muchos, la clave es que todos ellos sean representados en el 15 M, tarea difícil pero puede hacerse real si se procede empezando a escuchar a todos por igual.
Exacto. Y que nadie se erija como abanderado de nada metiendo historias que no tienen nada que ver. Eso es perverso y aprovechado.
ResponderEliminarGrande.
ResponderEliminarNo debemos dejar la lucha ideológica xq se hayan celebrado las elecciones. Pero también debemos preocuparnos por lo que se van a encontrar en las arcas municipales, es algo que me preocupa mucho. Me da que las caras de tristeza no eran ya por haber perdido, si no por lo que encuentren cuando levanten las alfombras...
ResponderEliminarOjala pudiera la gente olvidar que exiten los terminos rojos o azules, o q existen izq y drch, entonces el pilar estaría lleno, y la "derecha" sería masa crítica junto a la "izquierda"... los politicos temblarian y la justicia prevalecería.
ResponderEliminarGracias por participar a todos!!!
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